Inquieta. Esa es una de las palabras que bien puede definir parte de lo que soy. Durante mi vida no me he podido quedar quieta y eso me ha llevado a explorar muchos caminos que, curiosamente, se han entrelazado para poder hacer todo lo hoy que hago. 

Fui de esas niñas que antes que la profesora terminara de preguntar ¿quién quiere bailar en el festival? ya tenía la mano levantada. Conocí y practiqué un montón de deportes porque mi madre no pudo con mi insistencia de ser inscrita en el CODE. Además, la práctica de distintos deportes me llevó a especializarme, ya no como deportista sino como entrenadora y después jueza de gimnasia rítmica.

Y como dicen, del deporte al arte hay un solo paso, brinqué a la Universidad de Guadalajara para estudiar la licenciatura en Artes Escénicas con especialidad en danza contemporánea. Pero como soy inquieta, al tiempo que estudiaba también trabajaba y hasta fui representante estudiantil -en la prepa también lo fui-. Pero ahí no acabó la cosa.

Como el deporte y el arte, dicen, se fusionan en el circo, pues… conocí los aéreos y me dí cuenta que a la inquietud, a mi inquietud, le va bien volar. Telas, Trapecio y al final el Aro me atraparon.  De mis mezcolanzas deportivas, artísticas y circenses me convertí en artista, tallerista y profesora. Y como la inquietud no se calmó, exploré el camino de la producción y la gestión. Emprendí una compañía -NMOR Espectáculos y Multimedia- con la que me ha tocado aprender de música, iluminación, maquillaje, montaje y todos las demás áreas necesarias en este mundo para producir espectáculos, lo que me inspiró y llevó a   abrir un espacio que funciona como Centro Artístico y Cultural -Foro NMOR LAB- y a mis 30 y tantos, me he caído y me he levantado en varias ocasiones. Solo no se cae quien no camina y quienes somos inquietos lo sabemos bien. Pero mi inquietud ha sido la virtud que me ha puesto y dispuesto a aprender. Y todo lo que soy y lo que tengo lo quiero usar para que cada cosa que haga sea mejor.